Perdidas. Cara B: Dolores

Transcripción

Isabel: Hola, soy Isabel Cadenas Cañón y estás escuchando De eso no se habla. 

Este episodio es la cara B del episodio anterior, Consuelo. Funcionan como las dos caras de un disco. Son dos partes diferentes, pero se complementan. Así que, si quieres, puedes ir atrás y conocer primero la historia de Consuelo o puedes escuchar directamente esta historia. Te dejo con ella.

[Música]

Loli: Quería saber si todo lo que yo tenía en mi cabeza era verdad, había pasado o simplemente era algo que yo había inventado en mi cabeza, en mi imaginación. 

Isabel: Durante 24 años Loli, Dolores, vivió sin pasado. No se acordaba de nada de lo que había ocurrido en los últimos años de su vida, desde que salió de una institución donde acogían a madres solteras. 

[Música]

Pero es muy complicado vivir sin historia. 

Loli: La gente quiere saber de dónde vienes, qué has hecho hasta ahora.

Isabel: Así que Loli se inventó un pasado. Nada muy excepcional, nada que pueda llevar a más preguntas. Lo suficiente para salir al paso. 

Loli: Es muy recurrido lo de “he estado trabajando interna en una casa”. Sabes así, era casi siempre lo que yo decía. “He estado trabajando de interna en una casa”.

Isabel: A veces, Loli recuerda nombres, caras, lugares. 

Pero, como otras tantas personas que han vivido momentos traumáticos, quiere confirmar si esos recuerdos suyos son reales o son inventados. Y lo quiere hacer a solas, claro, sin que nadie sospeche de que no ella sabe qué ha sido de su vida durante tantos años. Y entonces, llega Internet. 

Loli: Empiezo a darme cuenta de que Internet es un mundo. Está todo.

Isabel: Se pasa días enteros buscando esos nombres que recuerda y, sobre todo, un lugar. 

Loli: Voy a ver si es verdad que existe Peña Grande, ¿qué es Peña Grande? Peña Grande. Y empiezo a buscar páginas. Claro, primero me aparece el pueblo de Madrid…

Isabel: Otro día, encuentra una página.

Loli: Se llama Madres Olvidadas. Entonces vi que en esa página había testimonios de mujeres que habían pasado por Peña Grande. 

Isabel: En esa página Loli se entera de que no es la única persona que está tratando de entender su pasado. Otras mujeres escriben cosas como: “Después de leer vuestros testimonios, me doy cuenta de que mi experiencia aún siendo traumática, no fue de las peores”, escribe CLV.  Pero también hay testimonios de hijas e hijos que habían estado allí y buscaban a sus madres, de las que las separaron justo después de nacer y que no han vuelto a ver. “Hola,mi sobrina se llama Mónica y nació en Peña Grande en el 75, a mi hermana Julia se la quitaron en ese sitio cuando salió a comprarle comida,” escribe José. Cosas así pasaban en aquel lugar, Peña Grande, el paritorio franquista para chicas descarriadas.

Loli: Yo identifiqué algunas de las mujeres que hablaban allí y dije: Es que yo la he conocido, es que es verdad. Osea, yo estuve allí. 

Isabel: Loli también escribe su testimonio en aquella página. 

Loli: Y me contesta una mujer y ella me preguntaba sobre el Patronato de Protección a la Mujer. Yo le insistía que yo no la había conocido en Peña Grande a ella.

[Sintonía]

Isabel: Aquella mujer que le escribe no había estado en Peña Grande, pero esta interesada en Loli porque lleva años buscando información sobre cualquier mujer que hubiera estado en cualquier centro perteneciente al Patronato de Protección a la Mujer. Y es que Peña Grande era parte del Patronato, aquella institución franquista para lo que el régimen consideraba mujeres caídas o en riesgo de caer. 

Y es que aquella mujer era Consuelo, la protagonista del episodio anterior, la cara A de esta historia. 

Loli: Y yo quería saber hasta dónde sabía ella para que me pudiera ayudar, para el único fin que yo tenía era buscar a mis hijos. 

Isabel: Consuelo la ayudó. Tanto, que poco a poco, Loli consiguió recordar lo que había vivido en aquel lugar, y también cómo llegó allí y por qué. 

Bienvenidas y Bienvenidos a De eso no se habla.

El episodio de hoy se llama Dolores. 

[Sintonía]

Vanessa Rousselot y yo hicimos esta historia con ella, y queremos avisaros de que es especialmente difícil de escuchar, sobre todo si has sido víctima de violencia sexual. Así que por favor, cuídate.

[Sintonía]

Isabel: Torrelavega, Cantabria. Finales de los años 70. Cuando Franco muere Loli tiene 9 años, tiene 11 cuando se aprueba la Constitución. 

Loli: En mi casa mi padre no era mi padre. En mi casa mi padre era el jefe. Siempre le llamábamos así. Nunca le llamábamos papá, ni… No eso en mi familia no existía. Mi padre era el jefe porque era el que mandaba. “Y ahí se hace lo que yo digo y ya está”. Yo soy la séptima de nueve hermanos,todos funcionábamos a la voz del jefe.

Yo he conocido a mi madre toda la vida enferma, desde que tengo memoria yo siempre me acuerdo de ella, de médicos, de hospitales, de… Cuando yo llegaba del colegio y veía que mi madre no estaba, yo me escapaba de casa, yo me iba, me iba dos, tres, cuatro o cinco días, hasta que yo sabía que mi madre estaba en casa otra vez. 

Me iba a la calle. Dormía en los trenes abandonados de la estación de Renfe, en las salas de espera de los hospitales, que no eran como ahora, sino que antes eran más abiertas y era un lugar calientito.

Yo no quería estar en casa. Porque yo sabía lo que me esperaba.

Isabel: Sigue siendo Torrelavega, la navidad de 1981. El año del 23 F, el de la dimisión de Adolfo Suárez, el de la aprobación de la ley del divorcio. Loli tiene 15 años. 

Loli: Yo me acuerdo que cuando, cuando mi madre vio que yo no tenía el periodo, me hace ir al médico. No va ella, conmigo no va nadie. Fui yo sola. Y fue el médico el que me dijo “Estás embarazada”. Y me acuerdo que aquel día llovía mucho. Y yo entré por la, por la puerta de adelante de la consulta. Pero en el en el banco de al lado dejé el paraguas, entré a la consulta y el médico me dijo: “Nada chica, tienes que coger el toro por los cuernos y para adelante”. Claro, como yo ya estaba llorando, llorando mucho, me hizo salir por la puerta de atrás. Claro, y yo tuve que dar toda la vuelta para recuperar el paraguas que había dejado delante. 

[Música]

Y la actitud de mi padre es: vamos al Tribunal de Menores. Me planta allí y dijo: “Ahí la tienes, está embarazada. A ver qué hacéis con ella”. Me acuerdo que la chica que había allí, la trabajadora social, me imagino que sería trabajadora social, se llamaba Beatriz, y de ahí ellos mismos, el Tribunal de Menores, decide que hay que ir a Peña Grande, que tengo que ir a Peña Grande. 

Jamás. Nadie, nunca me preguntó de quién es ese hijo. Nadie. Nunca. Ni en el Tribunal de Menores, ni en el Colegio al que fui después, ni en mi casa tampoco. Nadie, Nunca. 

Loli: En cuanto a si mi padre abusó de alguna de mis hermanas, de las mayores, creo que sí. De hecho se fueron de casa, todas en cuanto tuvieron la oportunidad de casarse, se casaron y se largaron. Y la verdad es que por casa volvían muy poco. 

Quizás a mí lo que me pasó fue que fue muy pronto. Yo era demasiado pequeña. 

La idea siempre fue, al menos la idea de mi padre, era que yo fuera a Peña Grande, diera a luz, dejara al niño allí y volviera.

[Música]

Isabel: Loli viaja de Torrelavega a Madrid. No recuerda si fue en febrero o en marzo. Es 1982. 

Loli: Ahí me llevan dos policías en un coche. Y llegamos y nos meten en una sala que era la sala de visita, que después me cansé de limpiar. Y de ahí me llevaron a… me llevaron al hogar de gestantes. Yo me quedé asombrada. La cantidad de mujeres que había embarazadas, todas con unas barrigonas, ¡madre mía! Ya, ya no eres un bicho raro. Ya no eres el patito feo del cuento, sino que ahí hay muchos patitos como tú. Nos enseñamos entre unas a otras. La canastilla, que ahora llaman, nos la hacíamos entre nosotras, sabes, porque yo no llevaba nada. Yo qué iba a llevar para un bebé si yo ni siquiera, no sabía que me podía quedar con él. 

[Silencio]

Fue allí donde a mí me dijeron. No. No, si te quieres quedar con él, te puedes quedar con él. Eso lo decían las compañeras, las monjitas no, las monjitas no te decía nada. Ah, decía entonces aquí me  puedo quedar con él y no volver a mi casa. Era como, vale. Aquí sí, aquí sí me puedo quedar. Porque aquí no va a venir a hacerme daño. MI Hijo no tiene que pasar por las cosas que yo he pasado. 

Isabel: Loli da a luz el 29 de junio de 1982. Le faltan tres meses para cumplir los 16. Faltan cuatro para la mayoría absoluta del PSOE en las elecciones generales.

Loli: Allí era la Dolorosa. Nosotros la llamamos así a aquella habitación. Era una habitación fría, o sea, una habitación en la que solamente había una cama de hierro. Me tocó una comadrona que la llamaban “La Bisturí”. Era muy amiga de hacer cortes, pero era como un carnicero, o sea, un mastodonte de mujer.

Yo pensaba que algo iba mal. Y entonces la llamo y le digo “es que me duele muchísimo”. Me vuelve a mirar y me dice “a ver, te va a doler muchísimo más. Y por tu bien, déjame dormir, porque si no, cuando llegue el momento del parto, si tengo sueño, ya veremos cómo va la cosa.

Yo me imagino que es un parto normal, pero es que yo tenía 15 años, yo no sabía ni de embarazos, ni de partos, ni de nada. Y a mí no, concretamente, a mí no me dijeron esa frase, pero la frase más normal en esa situación era “bueno, no te dolía tanto cuando te abriste de piernas”.

[Silencio]

Sacan al niño, se lo llevan. Y a ti te dejan, te cosen y te llevan a una habitación al lado de la sala de partos.

Yo le dije: ¿Dónde está mi hijo? Porque ni siquiera, ni siquiera me sabía si era niña o niño. No me habían dicho nada. Sólo que era muy grande. Y yo le dije: “Quiero ver a mi bebé”. Ahí fue cuando ellas dijeron: “¿Cómo que lo quieres ver? ¿Te lo vas a quedar?”  Y me dice: “Bueno, es una niña. Y aquí está.” 

Me la trajeron, ya la tuve conmigo bastante rato. Después se la volvieron a llevar otra vez y ahí es cuando empieza la presión. 

[Música]

¿Estás segura de lo que estás haciendo? ¿Estás segura que te la quieres quedar? ¿Estás segura que vas a poder sacar esa niña adelante tú sola? Bueno, sabes que hay otras opciones. Sabes que la puedes dejar sin ningún problema. Nadie te va a decir nada. Aquí estamos para ayudarte. Te vamos a ayudar en todo el proceso. Sabes que hay familias que la van a atender muy bien, gente que tiene de todo. 

Pero claro, para mí entregar la niña en ese momento significaba volver a mi casa. Yo voy a sufrir toda mi vida el haber dejado a esta niña aquí para volver a mi casa a sufrir lo mismo. No, no. No era algo que estuviera en mi cabeza porque en aquel momento yo sentí qué podía darle a mi hija todo lo que yo no había tenido. Aún estando sola. 

Mi hija se llama Nerea. Era un nombre que en aquel entonces a mí me dijeron que significaba amada mía. Y yo estaba segura de que de que era mi amor en aquel momento.

[Música]

Al día siguiente me levanto de la cama, prepara tus cosas, vete al hogar de gestantes, recoge tus cosas para ir al hogar de madres. Que había muchos hogares de madres, creo que como ocho o diez. 

Yo tenía 15 años, pero había niñas bastante más pequeñas que habían también dado a luz. No, no podíamos salir, éramos menores de edad y no se nos permitía salir. 

Isabel: Es agosto de 1982 y Loli y sus compañeras del hogar de madres trabajan en el taller.

Loli: Me acuerdo de la famosa visita del Papa a España. Y me acuerdo perfectamente porque había unas bolsitas de souvenir. Eran unas bolsas que traían una banderita, unas pegatinas, un poster con una foto del papa, muchas tonterías de esas metidas dentro de una bolsa termo sellada, que era lo que nosotros hacíamos. Era un trabajo en cadena. Cada una metía lo que tenía justo enfrente. O sea, nosotras llegábamos al taller a las nueve, nuestros bebés, todos, volvían a comer, a las 12. Les dabas de mamar. Había un número de bolsitas que había que preparar de 9 a 12. Si de 9 a 12 no habías preparado esas bolsitas, no podías ir a dar de mamar a tu hijo. Y sabías que no había nadie que le diera de comer. Nadie le iba a dar de comer hasta que tú llegaras.

Cuando terminabas de dar de comer al bebé otra vez al taller hasta las 9:00 de la noche, a las 9:00 de la noche ya íbamos, lavamos, recogíamos al niño de la guardería, le dábamos de mamar, nos íbamos al hogar y ya cenábamos. 

Es que éramos máquinas. 

Me decían: Si no echabas de menos a tu madre, si no echabas de menos a tu padre. Como decir: ¿quieres volver a tu casa. Si quieres volver a tu casa es muy fácil, sólo tienes que dejar tu hija aquí. Y te puedes marchar a tu casa con tu madre y con tu padre. Esa presión era constante. 

[Música y silencio]

Isabel: En 1983, se expropia Rumasa, se decreta la jornada laboral de 40 horas y se despenaliza parcialmente el aborto. También son las primeras elecciones autonómicas y municipales. Y Loli recibe una visita. 

Loli: Yo recuerdo que yo di a luz en junio y mi madre murió en diciembre. Y la siguiente Semana Santa mi padre viene a verme. (Silencio) Yo me quedé…Dije, ¿para qué viene? 

Las monjitas me dijeron: te va a llevar fuera jueves Santo, Viernes Santo, Sábado y domingo, cuatro días. (Silencio) Ahora me doy cuenta de que yo no podría haber salido con mi padre. Nunca debería haber salido con mi padre porque yo estaba tutelada, pero las monjas se lo pasaron por el bajo del hábito y me dejaron salir. Yo me fui los cuatro días, mi hija  con nueve meses y mi padre a un hostal en Madrid. 

Él ya tenía todo, todo previsto. Había dos camas y en una cama pegada a la pared dormía la niña. Y se suponía que era para la niña y para mí. En la otra, dormía mi padre. Claro. 

Primero, dormimos, nos acostamos en la cama que era para mi padre. Y cuando, cuando él termina de hacer sus cosas, me manda a la otra cama a dormir con mi hija. Mi miedo era que la niña se cayera de la cama, claro. Evidentemente después de esos cuatro días con él, vuelvo a quedarme embarazada. 

Y otra vez, nadie pregunta quién es el padre de ese niño. Por la misma razón, porque todo el mundo sabía quién era. ¿Para qué te van a preguntar algo que ya saben? Yo no he salido de ese centro con nadie. Nunca. Y vuelves a estar embarazada. ¿Quién es el padre? La única persona con la que tú has salido de aquí, pero además sin permiso del Tribunal Tutelar de Menores. Yo había salido de ese centro sin autorización de quien me tutelaba, pero con la autorización de las cruzadas evangélicas, que eran las que deberían velar por mi. 

De verdad que esperaba que no naciera. Esperaba que por alguna razón o por las inyecciones que me habían puesto, porque, porque la naturaleza iba a ser más sabia que nadie y yo iba a perder aquel bebé. Pero no, no lo perdí, no. Y mira que trabajábamos y mira que subía y bajábamos por las escaleras y nos tropezamos y nos caíamos. Y no, no, no.

Isabel: En diciembre de 1983 Loli está a punto de dar a luz. 

Loli: Ya no hay partos en Peña Grande. Ya no están las comadronas las 24 horas del día. Nos dicen que cuando te pongas de parto, que vas a ir a dar a luz a La Paz, a la maternidad de La Paz. 

Cuando llegué a La Paz, le dije al médico: “No quiero ver al niño porque lo voy a dar en adopción”. Y me dijeron, vale. Efectivamente di a luz. Efectivamente no vi al niño. Yo me subí a la habitación. Pero entonces en mi cabeza se me pasa todas las cuestiones del mundo. Si yo dejo este hijo en adopción, ¿cómo voy a poder vivir sabiendo que tengo un hijo por ahí que no sé dónde está? ¿Cómo le voy a explicar a mi hija que tiene un hermano y que no sé dónde está? ¿Cómo voy a volver a encontrarlo? ¿Cómo voy a saber algo más de él? Y después que había pasado un día, un día entero ya. Ya tenía leche en el pecho, le dije a la, la enfermera: Quiero que me suban al niño. “¿Estás segura de lo que vas a hacer? Porque hasta ahora no la has visto Pero una vez que lo veas, no hay marcha atrás”. Le dije, “sí sí, estoy segura”. Ya me subieron al niño. Ya lo tuve conmigo y conmigo se quedó. 

Óscar. Óscar, porque la chica que estaba conmigo se llama Nieves y su hijo se llama Oscar. Y mi hijo se llama Óscar por ese niño.

No me acuerdo ni cuándo me dieron  el alta ni cómo llegué a Peña Grande, porque volví a Peña Grande, pero no me acuerdo. Sin embargo, sí que me acuerdo después de haber estado en la habitación, la niña pasó a la cama conmigo, con la cama pegada a la pared. La niña siempre del lado de la pared para que no se cayera y del otro lado, la cuna de él, del que acababa de nacer. De eso sí me acuerdo perfectamente, sí, de la niña en el lado de la pared y Oscar en la cuna. 

[Música]

Isabel: Un año después se empieza a desmantelar Peña Grande. 

Loli: Se conoce que la democracia a aquel rincón no llegó. (risas) Llegó cuando se cerró. Directamente empezaron a cerrar muchas zonas porque las Cruzadas ya no están todas, hay unas pocas, las mujeres se empiezan a marchar. Simplemente quedábamos, puede ser, diez mujeres, no creo que llegáramos a diez. Todo lo demás, toda aquella enorme construcción que había, todo ya estaba cerrado. La idea de, no sé si de la dirección del centro, del tutelar, del Patronato, yo no sé de dónde sale la brillante idea de que hay que intentar que todas las mujeres que han venido de Peña Grande vuelvan a sus casas con sus familias. 

Yo claro, tenía clarísimo que yo a mi casa no podía volver. Y nos vamos a Santander, que era donde estaba el Tribunal Tutelar de Menores.

La educadora se mete en una oficina. Yo me quedo como en una salita de estar con los dos niños. Media hora, 45 minutos. No lo sé. Y sale y me dice: “A ver Loli, hay dos opciones. Puedes salir de aquí con tus dos hijos pero no tenemos a dónde llevarte. No tenemos como, es que no hay un sitio donde te podamos llevar. Dice, “la otra opción es que te vayas tú, dejes a los niños y te vayas tú sola. Los niños se quedan en custodia y tú te vas”. 

En mi cabeza, a una velocidad de vértigo, empiezo a pensar: Yo puedo pasar hambre. Yo puedo estar en la calle. Lo he estado antes. Yo puedo salir adelante. Yo he salido antes. Cuando me escapaba de mi casa, yo sobrevivía. Pero no tengo ningún derecho a que mis hijos pasen por eso. Me dijeron: “Tienes un mes para pensarlo”. No sabía cómo, pero yo les agradecía el hecho de que me habían dado un mes de plazo. Luego me di cuenta de por qué, en aquel momento no lo pensé. Es que yo tenía 17 años. Yo no podía firmar la adopción de mis hijos porque para eso tendrían que llamar al Tribunal Tutelar de Menores, o al Patronato o a quien fuera, a quien tuviera mi tutela. Me faltaba un mes para cumplir los 18. Al mes volví. Firmé para que mis hijos fueran entregados en adopción. Yo puse una única condición: que los dos fueran adoptados por la misma familia. Porque yo sabía que si los iba a buscar, les iba a encontrar juntos. De otra manera, sería imposible encontrarlos separados.

[Música]

Isabel: Es 1984. Loli está sola en Santander. Son los años del shock. 

Loli: Yo salí de ahí y no recuerdo, hasta casi un año después. No sé qué fue de mi vida, no sé qué hice. Tengo un recuerdo de haber estado, la carretera que va de Santander a Torrelavega, lloviendo muchísimo. Y escuchando una canción de Los Chichos que, que decía algo como “tienes 18 años y estás cansado de vivir”. Yo me estaba mojando porque es que estaba diluviando en la calle. Yo estaba en la carretera y con esa canción en mi cabeza. Pero no recuerdo ni si eso pasó un día después, una semana después, un mes después. No lo sé. No tengo idea. 

[Silencio]

Lo siguiente que recuerdo que, de lo que tengo conciencia es de estar ya viviendo en Palencia. ¿De cómo llegué allí? No lo sé. No, no tengo idea. Es ese vacío que se me ha quedado ahí. 

[Música]

Cuando yo llego allí, estoy viviendo con una señora en una casa como, yo creo que estaba trabajando en aquella casa. Sí, lo que pasa es que cuando yo conozco a mi marido, enseguida, pronto, pronto, a los dos meses o tres meses de conocer a mi marido, ya me fui a vivir con la que después fue mi suegra. 

Para mi hubiera, lo mejor hubiera sido no volver a tener más hijos. No, no quería de ninguna manera. Pero claro, el macho español. ¿Cómo no iba a tener hijos él? 

Él nunca supo nada. Y no, no había nadie que supiera nada de mis otros hijos.

Solamente el médico que me atendió el parto, la comadrona que había y un médico que había. Eran los únicos que sabían que yo había parido más veces, por las cicatrices que tenía. Pero nadie más, ni la familia de mi marido, ni mi marido ni nadie. No, nadie. No, no, yo no se lo dije a nadie. 

Después me divorcié. Yo asumí que tenía que sacar a mis hijos adelante y ya.

Isabel: Es 2008, han pasado 24 años y Loli está en Palencia. 

Loli: Tenía mi vida hecha. Ya con mis hijos grandes, yo ya vivía sola, me había comprado mi casa. Pero siempre dentro de mí, siempre queriendo saber más. Yo quería saber. Porque, yo no he olvidado a mis hijos nunca. Entonces, siempre preocupada por saber. Quería saber más. Quería saber si todo lo que yo tenía en mi cabeza era verdad, había pasado o simplemente era algo que yo había inventado en mi cabeza, en mi imaginación. 

Y a través de Internet me  encuentro con Consuelo. Ella me dijo: Yo te voy a ayudar a encontrar a tus hijos. En ningún momento yo la vi, simplemente nos hablábamos a través de las redes sociales. Y me dice: “Puedes pedir la partida de nacimiento de tus hijos porque tú los inscribiste como tal y a ver qué pasa”. Y para mi sorpresa, me las mandan.

Para mi sorpresa, en el margen de la partida de nacimiento viene todo: cómo se llaman ahora, dónde viven, cómo se llaman sus padres e incluso ponía la fecha en la que fueron, pidieron su partida de nacimiento para sacarles los DNI. Todo. Yo se lo explico a Consuelo y dice, “vale, ahora, tú ya sabes, si ellos saben que son adoptados, la misma información que tienes tú en la partida de nacimiento la tienen ellos. Entonces, con todos los datos que hay en tu partida de nacimiento, abre una página en Facebook y pon toda la información, tu nombre, tu dirección, donde vives, pon que has estado en Peña Grande. Y si te están buscando, te van a encontrar. Y a los cuatro meses recibo un mensaje de una chica que me dice: “Tenemos una conversación pendiente hace 27 años”. Yo miro el perfil de la chica. No tiene foto. Pero si tiene su nombre, su fecha de nacimiento. Yo solamente con ver la fecha de nacimiento, dije, es mi hija. Es ella. 

Ya nos dimos los teléfonos, empezamos a hablar por WhatsApp. Hablábamos de cosas como: de dónde eres, dónde has nacido, de dónde vienes. Después empezamos a hablar por teléfono y ya yo le expliqué. Porque ella necesitaba saber y yo necesitaba que ella supiera, porque lo que yo no quería era que ellos pensaran que eran niños abandonados a los que nadie quería. Yo le expliqué lo que pasaba, le expliqué quién era su padre. Ella recordaba cosas, su sillita, su carrito, una habitación. No sabía por qué ella siempre quería dormir del lado de la pared. Ella no podía dormir del lado de la mesita, sino del lado de la pared.

Ella tenía recuerdos y no sabía de dónde venían. 

[Sintonía]

Ella tiene tatuado en la nuca unos acordes de una música que ella tenía en su cabeza de siempre y no sabía por qué. Y yo le dije: Pues dime qué música es. Cuando ella me puso sus acordes, a día de hoy, para mí esa, esa música que para el resto de los mortales era muy relajante, para mí, me crispa los nervios. Es el Canon de Pachelbel. Bueno, las primeras notas ella las tiene tatuadas y esa música era la que nos ponían en Peñagrande para despertarnos por la mañana. Ella no sabía por qué se acordaba de eso. 

[Sintonía]

Isabel: La maternidad de Peña Grande funcionó entre 1960 y 1984. Pertenecía al Patronato de Protección a la Mujer y estaba gestionado por las Cruzadas Evangélicas. 

Cuando la periodista María Zuil trató de hablar con ellas, le respondieron que “de Peña Grande ya no tenemos nada que decir”.

Hoy el edificio sigue en pie y es un instituto. Hasta hace poco, la sala del paritorio, la Dolorosa como la llamaban ellas, seguía allí, con la cama y la palangana, en medio de pizarras, de tizas, y de chavales corriendo de un lado a otro. 

Aún hoy la gente mayor del barrio recuerda ver a mujeres asomadas a la verja, pidiendo ayuda, a gritos. Muchos pensaban que era un manicomio.  

[Música]

Loli: Yo descubrí que lo que me había pasado era verdad cuando volví a entrar en Peña Grande y vi la habitación en la que había estado con mis hijos. Ahí me derrumbé, ahí lloré todo lo que podía llorar, ahí me deshice por dentro, porque dije para mí: no, no lo has soñado. No estás loca. 

[“Vagando por ahí” (Los Chunguitos): “Tienes 18 años y estás cansado de vivir…”]

Isabel: Gracias por escuchar esta historia. 

Si te has quedado con ganas de saber más sobre Peña Grande, el domingo que viene, la periodista Ana María Pascual publicará un artículo especial en Público. En el año 2018, Ana María descubrió un informe que, mucho antes de 1984, recomendaba cerrar el centro, pero que las instituciones ignoraron. Lo contó por primera vez en Interviú, pero la revista cerró ese mismo año y el artículo es difícil de encontrar. Así que el domingo que viene contará esa historia en el periódico en el que trabaja ahora, Público. 

Ese mismo año, en 2018,  la periodista María Zuil estaba haciendo un reportaje sobre madres solteras y alguien le habló de ese lugar, Peñagrande. Y se puso a investigar. Puedes leer los resultados de esa investigación en El Confidencial. Lo hemos puesto todo en nuestra web.  

Si te gusta nuestro trabajo y puedes permitirtelo, apoya nuestra segunda temporada en deesonosehabla.com/apoyanos. Gracias a tu ayuda nuestros episodios podrán seguir disponibles en abierto para cualquier persona y en cualquier plataforma. 

La producción de este episodio la hemos hecho Vanessa Rousselot y yo. Vanessa y yo hemos hecho el guion y el montaje, yo he hecho la edición y Paula Morais la asistencia de montaje. La música original del episodio la ha compuesto Sara Muñiz. El diseño de sonido es mío y de Marcos Salso. La grabación y mezcla final la hacemos en Isolé División Sonora. La ilustración de este episodio es de Carmen Cáceres y la sintonía es la canción Berlin de Alba Noto y Ryuichi Sakamoto. La comunicación la hace Tais Álvarez. 

Gracias a todas las personas que habéis escuchado este episodio y nos habéis ayudado a mejorarlo. Gracias a quienes lo escuchaste por directo en la Sala Mirador, junto a Loli y Consuelo. Fue realmente precioso.

Si quieres saber más sobre la historia de Loli, sobre Peña Grande o sobre el Patronato, en la sección de materiales extra de nuestra web hemos incluido artículos de muchas compañeras que han investigado este tema antes que nosotras y de las que hemos aprendido tanto. 

Si tienes alguna historia de silencios, habla con nosotras. En nuestra página web deesonosehabla.com puedes suscribirte a nuestro boletín, escuchar el resto de episodios o ver las formas de mandarnos un mensaje de texto o de voz o un email. También estamos en Twitter, en Instagram y en Facebook, y nos encanta hablar. Y si te ha gustado este episodio, recomiendaselo a tus amigas y suscríbete a nuestros canales. Puedes hasta dejarnos una valoración. 

Después de estas Cara A y Cara B nos tomamos un descanso entre episodios y volvemos en dos semanas. Gracias por estar ahí. 

Jornaleros. Cara A: Rocío